La actual epidemia de ébola en la República Democrática del Congo (RDC) ha causado la muerte de 2.231 personas desde que se declaró, en agosto de 2018, de un total de 3.373 casos de contagio, según las autoridades de Salud del país africano. La ONG Médicos sin Fronteras ha apreciado cierta ralentización en el ritmo de aparición de nuevos casos, una señal «positiva», aunque sin olvidar la «grave crisis de salud pública» que vive el país.

El informe, difundido este domingo por el Comité Multisectorial de Respuesta a la Epidemia, acumula los casos desde que se declarara el brote hace 16 meses, que afecta principalmente a las provincias de Kivu del Note e Ituri, en el este del país. Las autoridades sanitarias han informado además de que «se están investigando 341 casos sospechosos».

Según MSF, el número de casos nuevos entre junio y agosto era de entre 75 y 100 por semana. Desde entonces, se ha registrado un lento descenso. En octubre solo fueron identificados 70 nuevos casos.

Las acciones de lucha contra el virus se ven perturbadas periódicamente debido a la presencia de numerosas milicias en las zonas afectadas. Miembros de los equipos sanitarios han resultado muertos o heridos en ataques armados en Kivu del Norte y en Ituri, y los centros de salud creados para tratar a las víctimas son también blanco de atentados.

Como es habitual en sus informes mensuales, MSF solicita que sus equipos trabajen en las mejores condiciones posibles, ya que la acción de las milicias ha obligado a la suspensión de las operaciones de varios grupos humanitarios. De hecho, la propia MSF tuvo que suspender esta semana sus operaciones contra el ébola en la región de Biakato, en la provincia de Ituri, debido a la presencia de fuerzas armadas en instalaciones médicas.

La actual epidemia de ébola es la décima en territorio congolés desde 1976 y la segunda más grave de la historia después de la de África del Oeste en 2014 (11.000 muertos en Liberia, Sierra Leona y Guinea).

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