El mal desempeño de Japón en los tres últimos meses de 2019, en los que la tercera mayor economía mundial retrocedió un 6,3% anual y un 1,6% intertrimestral -su peor dato en casi cinco años y una caída que prácticamente dobla lo esperado-, acerca de nuevo al gigante asiático al abismo de la recesión. Dado que el brote de coronavirus comenzó a principios de diciembre y la alerta global no se desató hasta comienzos de enero, la epidemia iniciada en Wuhan (China) apenas tuvo incidencia en el dato hecho público este lunes por las autoridades niponas: pasará factura en el primer trimestre del año en curso.

Todos los componentes del PIB japonés salvo el gasto público y el saldo exterior -que mejoró un 0,5%, aunque por el lado menos positivo: las exportaciones se mantuvieron y las importaciones cayeron- se contrayeron en el tramo final de 2019. El consumo privado se hundió un 1,6% frente al trimestre precedente (a doble dígito si se mide en términos interanuales: 11%), en gran medida por el aumento del IVA decretado para financiar la sanidad y las pensiones y por un invierno más cálido de lo previsto, lo que mermó las ventas de textil. La inversión privada no residencial cayó un 3,7% intertrimestral y la residencial, un 2,7%.

La economía japonesa está instalada en el estancamiento desde hace años -no por nada el término japonización se emplea para referirse a un país o bloque que no logra despegar-, pero no decrecía desde el tercer trimestre de 2018.

Tanto la Administración Abe como el Banco de Japón preveían un menor impacto del incremento del IVA que en 2014, cuando el PIB se desplomó un 7% interanual en un solo trimestre. Aquella fue la última vez que la economía nipona registró un dato comparable, por lo negativo, con el hecho público este lunes. Esta vez, sin embargo, la subida de la presión impositiva había sido menor, los alimentos habían quedado excluidos y el Gobierno había dispuesto una serie de contramedidaspara suavizar un potencial desplome de la demanda que,

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