La genética juega un papel muy importante para tener una vida longeva y saludable, pero no es el único factor a tener en cuenta. La dieta que se lleve a cabo y la forma en que se coma también ayuda a vivir mejor durante más tiempo.
A esta conclusión ha llegado el gerontólogo Valter Longo, de la Universidad del Sur de California, en un estudio publicado esta semana en la revista Cell. Longo y Rozalyn Anderson, de la Universidad de Wisconsin, describen en dicho artículo cuál es la fórmula para optimizar la esperanza de vida de cada individuo a través de lo que come.
Es lo que han denominado la «dieta de la longevidad», un enfoque con múltiples pilares basado en estudios sobre varios aspectos de la dieta, desde la composición de los alimentos y la ingesta de calorías a la duración y frecuencia de los períodos de ayuno.
«Exploramos el vínculo entre los nutrientes, el ayuno, los genes y la longevidad en especies de vida corta, y conectamos estos vínculos con estudios clínicos y epidemiológicos en primates y humanos, incluidos los centenarios», ha explicado Longo en un comunicado.
Para ello, Longo y Anderson revisaron cientos de estudios sobre nutrición, enfermedades y longevidad e incluyeron en su análisis algunas dietas populares como la restricción de calorías totales,