El acceso accidental de un menor al móvil de un facultativo, donde observó involuntariamente imágenes de pacientes, hizo al ginecólogo Armando Molina, con 32 años de carrera, plantearse cómo muchos datos médicos que se intercambian entre profesionales para consultas internas pueden verse expuestos. Desde ese momento comenzó a trabajar en Santa Cruz de Tenerife con otros colegas y expertos en informática en una solución que, después de tres años de trabajo, ha dado como resultado la creación de DocToDoctor, la primera aplicación europea para el intercambio de información segura, respetando la normativa europea, salvaguardando la privacidad del paciente y abriendo la puerta a una herramienta fundamental en la investigación.

“El pecado original es guardar la información en el móvil, el dispositivo que tenemos a mano. De ahí nace una necesidad real, porque la imagen del paciente es suya, no del médico. Había que protegerse del uso de otras aplicaciones de mensajería y permitir compartir con toda seguridad”, explica Molina, quien destaca que es la primera utilidad adaptada a la normativa europea y mucho más completa que las existentes en EE UU.

A la aplicación se accede por invitación y hay que acreditar que se es profesional colegiado. Solo dispone de servidores propios para asegurar que nadie, excepto la comunidad médica inscrita, puede tener acceso a la información. “Esto es una empresa ética”, afirma para explicar que es de pago para sostener este sistema frente a otros gratuitos donde no hay garantías de privacidad y confidencialidad. “En Internet no hay nada gratuito; usted paga revelando su comportamiento y compartiendo datos de su vida o profesión. DocToDoctor no vende datos a terceros ni publicidad. Es un sistema soportado por los usuarios”, se detalla en la información de la web.

Los datos son anónimos incluso ante la eventualidad de una brecha de seguridad. El paciente tiene que dar su autorización para que los facultativos hagan uso de la información con el objetivo de compartirla con otros profesionales para debatir sobre la enfermedad. Pero esta se codifica. “La información clínica no pueda asignarse a ninguna persona en concreto.

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