Desde el pasado 1 de agosto, el noreste de la República Democrática del Congo se enfrenta a la segunda peor epidemia de ébola de la historia que, con más de 600 muertos y más de un millar de personas contagiadas, sigue fuera de control. Esta semana se produjo el primer caso en la ciudad de Bunia, de un millón de habitantes. Los principales obstáculos a la hora de afrontar la enfermedad son el contexto de guerra y el rechazo de una parte de la población. Sólo en el último mes, tres centros de tratamiento han sufrido ataques y Médicos sin Fronteras ha suspendido sus actividades en la zona. Es allí, en medio de las balas y la violencia, donde Julienne Anoko esgrime el arma de la palabra. Como antropóloga de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encargada de las emergencias en África, esta científica española de origen camerunés trata de tender puentes entre los equipos médicos y la población.

Pregunta. Su primera experiencia con la OMS fue el brote de Marburg de Angola en 2005, el más devastador de la historia, y cuando se incorporó apedreaban a los equipos médicos occidentales. Ahora se vive la misma hostilidad en la República Democrática del Congo con el ébola, ¿por dónde empieza su trabajo?

Respuesta. Lo primero es hablar, en la calle, en la casa, en los puestos de fruta, en las tiendas, en todos sitios y con todo el mundo. La escucha es mi puerta de entrada, sin juzgar a nadie, valorando y entendiendo su forma de vivir. También comprendo la parte médica, ellos tienen que hacer su trabajo. A partir de aquí se trata de construir puentes. Hay dos lógicas y ambas son buenas, hay que juntarlas y ver cómo luchar contra el enemigo común, que es la enfermedad.

P. ¿Qué estrategias puso en marcha entonces?

R. Cambiamos los mensajes de sensibilización e información respecto al virus. El lenguaje era muy técnico y hay que usar palabras sencillas. Otro problema es que se difundían por la radio,

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