Pablo Iglesias tomaba notas la mañana del viernes de las peticiones que le hacían representantes de 17 colectivos que defienden el sistema de sanidad pública en un salón de un edificio del centro de Madrid. Esperó más de una hora a que terminaran las intervenciones. Solo entonces se levantó de la silla y habló durante unos pocos minutos. “Si gobernamos, en 2023 tendremos el 7,5% del PIB para financiar la sanidad pública”, dijo. Con esta frase el candidato a La Moncloa de Unidas Podemos comenzó la campaña al 28-A. Unas horas después, Irene Montero, número dos del partido, dio un mitin en Toledo, rodeada de más unas 500 personas, y se quedó con la foto de la jornada.

El encuentro con los colectivos de la sanidad fue tan escueto, que el acto de Montero se convirtió en el verdadero inicio de esta carrera electoral. Por primera vez en una campaña de Podemos, ella lideró el evento central del día. Era además el primer día de esta contienda.

La mayoría de mañanas de la campaña serán para Iglesias, la mayoría de tardes para Montero. Es en esta franja horaria en la que compite cara a cara con el resto de partidos. El momento del día donde sus competidores concentran sus esfuerzos. De esta manera, los dos dirigentes que además son pareja se reparten el protagonismo y cumplen con su objetivo de conciliación en la crianza de sus mellizos. La balanza, sin embargo, se desequilibró el viernes por un lado: los titulares cayeron en la bandeja de la dirigente. “Esta campaña va de retomar el control y para eso hace falta estar en el Gobierno”, lanzó Montero.

El arranque de Iglesias representa el evento tipo de la campaña que ha preparado la coalición de Podemos, IU y Equo. Dos semanas de “actos de cercanía”. Así llaman a los mítines con los que intentarán contradecir a las encuestas que les otorgan un 13% de intención de voto. Actos más pequeños, con un escenario circular a la altura del público,

 » Más información en elpais.es