Llega el verano, abren las piscinas exteriores y entre las ganas de agua y el agobio del calor, solemos transitar de la toalla a la piscina y de la piscina a la toalla sin chanclas. Se entiende porque estamos relajados pero hay que ser conscientes de que eso nos da todas las papeletas para tener una infección de hongos. A continuación explicamos por qué se produce y cómo evitarla.
El caldo del cultivo de hongos, bacterias y virus que pueden provocarnos una infección en los pies es el agua estancada unida a la sudoración del piel debido al calzado que no es transpirable y, cómo no, a las altas temperaturas, tal y como indican desde el Colegio Oficial de Podólogos de Murcia.
¿Solo nos exponemos a un tipo de infección?
Las piscinas, gimnasios y baños públicos son espacios de mucho tránsito en los que se acumula notablemente la humedad y en el que un gran número de personas circulan descalzas. Una ecuación en la que los hongos, los virus y las bacterias nos pueden jugar una mala pasada.
La afección más frecuente a la que nos exponemos sin tomar las debidas precauciones es la denominada coloquialmente como hongos. Vemos su impacto en las uñas de los dedos de los pies aunque también puede afectar a la piel y el cabello.