Por las manos de Ángel Aroca Peinado (Madrid, 52 años) pasan muchas vidas. Es cirujano cardiaco infantil desde 1998 y, desde 2015, lidera el servicio de Cirugía Cardiaca Infantil y Cardiopatías Congénitas del Hospital La Paz, que –junto al Hospital Ramón y Cajal– conforma la unidad especializada más importante de toda España. La mitad de las cirugías cardiacas congénitas que realizan proceden de otras comunidades autónomas. El mayor logro de esta unidad es haber reducido a menos del uno por ciento la tasa de mortalidad infantil por cardiopatías congénitas, en su mayoría detectadas durante la gestación. “Nuestro trabajo es informar a las familias que han descubierto que su bebé viene con una cardiopatía congénita de las posibilidades que existen, el tipo de cirugía y la calidad de vida que tendrá su hijo o hija, para que ellos tomen la decisión”, explica el facultativo. “Hay mucha variedad de casos, pero hay que decir que muchos de estos niños acaban teniendo una vida prácticamente normal”.

¿Por qué decidió especializarse en cirugía cardiaca infantil?

Salvo que tengas una vocación clarísima, esto de la especialización suele ser un poco por casualidad. Cuando terminé la residencia había muy poco trabajo de cirujano cardiaco, aunque parezca mentira, pero empezaron a darse movimientos de cirujanos cardiacos senior dedicados a la congénita, lo que me permitió introducirme en una unidad de cirugía cardiaca infantil. Eso y la posibilidad de trabajar con un compañero especializado en esta área me hicieron ver que esto era lo mío y que era la cirugía más bonita que existía.

En algunos casos, llegan a operar a bebés de uno o dos kilos, ¿un cirujano cardiaco infantil está hecho de otra pasta?

Dentro de la cardiopatía congénita, operamos a todo el mundo, desde bebés muy pequeños, algunos prematuros, hasta personas de más de 70 años que, aunque resulte raro, se le detecta a esa edad una cardiopatía congénita. El bebé más pequeño que he operado pesaba 425 gramos. Fue una cirugía específica, pero no es lo habitual. Es verdad que pagas un precio emocional y por eso hay que intentar separarse del paciente.

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