El doctor Juan Abarca (Madrid, 1971) preside HM Hospitales, un grupo que tiene 17 hospitales universitarios repartidos por Madrid, Galicia y Cataluña. Especialista en medicina familiar y comunitaria, lidera también la Fundación IDIS, la entidad que defiende los intereses de la sanidad privada. La declaración del estado de alarma ha supuesto por primera vez la intervención de este sector y su integración en la estructura pública para hacer frente al COVID-19. Abarca vive en Madrid, epicentro de la epidemia, una situación de «guerra», tal y como describe cada día en un blog.

-¿Qué supuso a la sanidad privada estar bajo el mando único del Gobierno?

-Diez o doce días antes de que el Gobierno se hiciera cargo de toda la gestión sanitaria, las aseguradoras ya comenzaron a enviarnos a pacientes con síntomas propios del COVID-19. Empezamos a colaborar para identificar a esos pacientes y mandarlos a su casa o remitirlos a los hospitales públicos siguiendo las indicaciones de la Comunidad de Madrid. Cuando se declaró el estado de alarma, ya teníamos cientos de pacientes ingresados. A efectos prácticos, a la sanidad privada no nos supuso nada. Tenemos un gabinete de crisis que se reúne diariamente desde el 10 de marzo.

-¿Las relaciones son fluidas con el Gobierno de Madrid?

-Dentro del caos organizativo, sí. Estamos sobrepasados tanto la pública como la privada. La gestión de tantos recursos de una manera tan brusca crea grandes dificultades. Hay que aplaudir el liderazgo que está asumiendo la Consejería de Sanidad.

-¿Y el papel del Ministerio de Sanidad?

-Hablar a posteriori puede resultar más fácil y nosotros no hacemos juicios políticos. Veías lo que pasaba en Italia, que estaba resquebrajada dos semanas antes… No se ha hecho una planificación correcta. Pero hay que insistir en la importancia del momento, del ahora, y lo que va a pasar en las próximas semanas. Nosotros somos sanitarios y tenemos que adaptarnos.

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