Tengo 25 años. Cansada de escuchar que no tengo tratamiento posible, no he parado de luchar desde octubre de 2017, cuando me diagnosticaron un tipo raro de cáncer. Desde ese día, me he tenido que enfrentar a múltiples recaídas, a priori letales, así como a una radical cirugía reductora en la que perdí gran parte de mis aparatos digestivo y reproductor. Cinco meses después, mucho más débil (con 14 kilos menos), mis pastillas de quimioterapia vuelven a fallar, sin tener más que un último tratamiento al que aferrarme para poder seguir luchando.

Cada día busco en las noticias el hallazgo de nuevos tratamientos, lamentando que ninguno haya sido probado en humanos. Yo quiero que prueben conmigo. Busco alguna vía que me permita seguir disfrutando de la vida. Sé que mi cura está ahí afuera. No me pienso rendir hasta que agote todas las opciones. Hay días en que las fuerzas me fallan y el ánimo se derrumba. Esos días, llamo a mi hermana, nos pintamos las dos de guerreras y nos soñamos invencibles. Después de tocar tantas puertas, alguna seguro que se tiene que abrir.

Carolina Cerezo Navas

Málaga

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