Los test de personalidad se han vuelto increíblemente populares en la era de internet, especialmente en su versión más viral, simplificada y rápida. Aunque puedan ser divertidos, conviene preguntarse si realmente es posible clasificar a las personas en categorías estancas, incluso en las que proponen los modelos más complejos.

En realidad, el desarrollo de lo que somos, nuestra personalidad, es un proceso muy largo y complejo; las personas somos muchas veces poco consistentes y coherentes, y nuestra manera de sentir y actuar (y nuestros gustos, y nuestras aficiones, nuestras preferencias etc.) varían a medida que crecemos, en función de nuestras circunstancias en cada momento, de aquellos que nos rodean… En principio, parece poco probable que una simple división discreta sea capaz de definirnos.

Aún así, los psicólogos han intentado durante mucho tiempo desarrollar herramientas y teorías de la personalidad que permitan definir tipos generales. Tres de las más populares e ilustrativas son el indicador de tipo Myers-Briggs (MBTI, por sus siglas en inglés), los tipos A-B (a veces extendido a C y D) o el modelo de eneagrama de la personalidad. Vamos a analizar la evidencia científica que hay detrás.

Indicador de tipo Myers-Briggs

El MBTI es un sistema desarrollado por las autoras y académicas estadounidenses Katharine Cook Briggs e Isabel Briggs Myers (madre e hija,

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