Los homínidos caminamos erguidos desde hace unos 4,4 millones de años. La zumba o el crossfit llevan con nosotros apenas un par de décadas.

La gran variedad de ofertas que existen para practicar ejercicio físico, junto con los anglicismos y términos cool que se han colado en la industria del fitness, nos hacen olvidar que en esto –como en casi todo– lo más sencillo suele ser lo que mejor funciona. Pero claro, no da dinero a nadie. ¿O quizás sí?

Desde mitad del siglo pasado, la investigación científica en campos como la epidemiología o la medicina preventiva ha intentado responder a la cuestión de cuánto y cómo ha de moverse el ser humano para mejorar su salud. Una pregunta, por otro lado, muy relevante hoy día dado el estilo de vida sedentario que siguen la mayoría de hombres y mujeres en este planeta.

Frente a otras formas de actividad física más complejas y que pueden requerir más tiempo, dinero o supervisión especializada, caminar es –según la ciencia– un modo seguro y eficaz de mantener la salud.

En la población adulta, el rango más habitual de pasos es tan amplio que abarca desde 4.000 hasta 18.000 al día.

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