El trastorno obsesivo compulsivo no es exclusivo de la edad adulta y se calcula que afecta a un 1% de los niños y adolescentes. De hecho, la Sociedad Española de Psiquiatría asegura que al menos la mitad de los adultos que son tratados por TOC ya lo padecían desde la infancia, muchos de ellos sin ser tratados. Detectarlo a edades tempranas, supone, por tanto, iniciar el tratamiento antes y ahorrar mucho sufrimiento a quienes lo padecen durante años. Además, aunque es probable que persista en la edad adulta, si se trata desde la infancia, podría remitir una vez llegada la adolescencia y la edad adulta.

Aunque no se sabe con seguridad qué causa el TOC, cada vez hay más evidencias de que se produce por una combinación de factores biológicos -una alteración del equilibrio químico de la serotonina en el cerebro- y psicológicos, como acontecimientos traumáticos, por eso los niños que tienen algún antecedente familiar de TOC tienen más predisposición a padecerlo. Cuando el TOC tiene lugar, esta se traduce en pensamientos obsesivos y atemorizantes que les causan ansiedad y que provocan que su cerebro este en un estado de alarma constante y que lleve a las personas que las padecen a actuar de manera compulsiva en ciertos momentos, por ejemplo, a través de rituales.

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