“Ahora mismo estoy sobreviviendo. Madre soltera y con dos niños pequeños, me dirás cómo lo hago”, cuenta Carla por teléfono. No se llama así, pero prefiere no dar su nombre porque no quiere problemas. “Me da miedo que me quiten la renta mínima”. Esos 580 euros son el único ingreso de esta familia madrileña, la última red de protección para quienes ya han agotado el resto de recursos. “A mis hijos no les falta el pan, pero poco más. No es que viva al límite, es que lo sobrepaso. Es muy duro. Nunca puedo llegar a final de mes. Antes de cobrar la renta mínima, al pequeño se le rompieron las zapatillas y yo no tenía ni 10 euros para comprarle otras”, se lamenta.

Como Carla, unas 313.000 personas percibieron esta ayuda en 2017, según el último informe del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, publicado la semana pasada. Pero el total de beneficiarios, porque la prestación se otorga por hogares, superó los 730.000.

La renta mínima tiene rostro de mujer. Según los datos del ministerio, es española, tiene entre 35 y 44 años y abandonó los estudios al acabar la educación primaria. Carla cursó hasta la ESO. Se quedó embarazada muy joven, dio a luz a punto de cumplir los 19 años. Ahora roza la treintena y tiene dos hijos de nueve y 10 años. “Vivimos en una casa ocupada porque nos desahuciaron. Me quedé sin trabajo y no pude seguir pagando”, explica. “Las complicaciones son muchísimas. Te atacan por todos lados. Si enciendo el radiador, tengo que apagar el termo”, afirma. “Ay, ojalá volviera a encontrar empleo”. Su voz suena por un momento entusiasmada. Pronto se apaga. “Con dos niños es muy difícil encontrar un trabajo con unos horarios que me permitan recogerlos. Es complicado hacerlo todo sola”, sigue.

El rostro de la renta mínima: mujer, española y de entre 35 y 44 años

El 60% de quienes cobraban la renta mínima fueron mujeres. Eran mayoría en todos los tipos de hogar, a excepción de los unipersonales (había más hombres solos). Entre las familias monoparentales,

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