EUROPA PRESS

  • Una proteína llamada RAGE es capaz de bloquear la ‘quema’ de la grasa.
  • Lo hace cuando nos morimos de hambre, nos congelamos, nos lesionamos o… comemos de más.

Obesidad

Un ‘truco’ molecular que evitó que nuestros antiguos ancestros murieran de hambre podría estar contribuyendo ahora a actual la epidemia de obesidad, según una nueva investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York que publica la revista científica Cell Reports.

En los tiempos de inanición, explican los investigadores, los animales tenían más probabilidades de sobrevivir si podían acumular y estirar la energía almacenada. Incluso si un animal se aseguraba un raro banquete, la evolución le favorecía al almacenar el exceso de combustible como grasa, ante la posibilidad de una rápida vuelta a la falta de alimento.

«Descubrimos un mecanismo anti-hambre que se ha convertido en una maldición en tiempos de abundancia porque considera que el estrés celular creado por comer en exceso es similar al estrés creado por la inanición, y frena nuestra capacidad de quemar grasa», advierte la autora principal del estudio, la doctora Ann Marie Schmidt, doctora de Endocrinología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.

El estudio revela que la función natural de una proteína llamada RAGE en la superficie de las células grasas es detener la descomposición de la grasa almacenada frente al estrés. Su existencia puede explicar el aumento exponencial del sobrepeso y la obesidad en el mundo desarrollado (y no sólo).

Un estudio de 2016 descubrió que los participantes de ‘America’s Greatest Loser’ (un reality show estadounidense de competición para perder peso) recuperaron sus kilos perdidos una vez que terminó el programa. ¿Por qué sus metabolismos se detuvieron ante la pérdida de peso, como si sus cuerpos estuvieran empeñados en volver a la obesidad?

Según los autores, la forma más eficiente para que la evolución creara un mecanismo anti-hambre era a partir de sistemas antiguos que ayudaban a los animales a usar alimentos para obtener energía celular y recuperarse de una lesión. También se conectó a estos mecanismos primarios la hormona adrenalina, que señala la conversión de la grasa en energía cuando los animales huyen de los depredadores o para generar calor en el cuerpo cuando se enfrían.

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