La cloroquina, el fármaco contra la malaria que defienden como posible cura contra el Covid-19 líderes como Donald Trump y, en España, el médico Oriol Mitjá, asesor del president Torra, está mostrando el riesgo de sus efectos secundarios. Un estudio llevado a cabo en Brasil ha puesto de relieve que determinadas dosis de este fármaco pueden causar graves problemas en el corazón. En Francia, mientras tanto, se han producido ya medio centenar de accidente cardíacos graves en pacientes que fueron tratados con esta sustancia. En cuatro casos, se produjo incluso una parada del corazón que obligó a utilizar el desfribilador para recuperar al paciente.

La cloroquina es un medicamento antimalárico que se dejó de emplear hace una década cuando la bacteria que causa esa enfermedad desarrolló resistencia a la molécula. En el inicio de la pandemia en China se probó su tratamiento en Wuhan con dos objetivos. El primero era analizar si la cloroquina -y su vertiente menos tóxica, la hidroxicloroquina- permiten desarrollar una profilaxis contra el virus. Es decir, si actúa como defensa para evitar los contagios. La segunda intención era comprobar si permitía mejorar la salud de los pacientes más graves al bloquear la respuesta inmunitaria del organismo. Dado que muchas muertes se están produciendo por la lucha del cuerpo para defenderse del virus, este medicamento modula esa reacción para que no sea letal.

Tras las pruebas en China, que no fueron concluyentes, fue el microbiologista francés Didier Raoult quien llevó a cabo un ensayo en un hospital de Marsella. Su prueba en 24 pacientes ofreció resultados no concluyentes pero lo suficientemente esperanzadores como para continuar investigando. A raíz de sus datos, el presidente Donald Trump llegó a lanzar uno de sus tuits en los que daba prácticamente por encontrada la solución ante el coronavirus por el uso de este medicina, en combinación con un antibiótico, la azitromicina. En España, el experto catalán Oriol Mitjá,

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