El discurso con el que el PP se opuso el martes a la regulación de la eutanasia no terminó de convencer en las filas del partido. Cargos populares consideraron ayer «desacertado» que entre las críticas a la proposición del PSOE se incluyera una supuesta búsqueda de ahorro por el coste que la longevidad acarrea para el sistema. Ese argumento, que despertó la censura unánime de la izquierda, no cuenta tampoco con el respaldo de buena parte de las organizaciones territoriales de la formación conservadora. En algunas de ellas se aboga, además, por no enredarse con un debate que siempre les resulta «incómodo».

Se trata de un argumento «más», trataron de relativizar ayer en la dirección del PP. Apenas 24 horas antes, el portavoz adjunto del Grupo Popular para asuntos sanitarios, José Ignacio Echániz, había planteado la idea en el Congreso para mostrar el rechazo del partido a legislar sobre la eutanasia: «Nos tememos, aunque no lo va a reconocer el PSOE, que detrás hay una filosofía de la izquierda para evitar un coste social que tiene el envejecimiento en nuestro país por la vía del recorte de prestaciones, de derechos sociales y ayudas y gastos en materia de sanidad, en materia de pensiones y dependencia».

En su entorno matizaron que permitir la posibilidad de poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura podría «desincentivar» la inversión en investigación y en cuidados paliativos.

En el PP, sin embargo, evitaron ayer en buena medida pronunciarse en público sobre esta reflexión. La mayor parte de cargos interpelados o bien marcaron distancias, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o bien eludieron valorar las declaraciones de Echániz. La líder de los populares en Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, las redujo a «una opinión personal». Y el máximo representante de Castilla y León, Alfonso Mañueco, rehusó manifestarse al respecto y abogó por llegar a consensos con el PSOE para legislar en «defensa de la vida».

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