La Dirección General de Salud de la Comunidad de Madrid dio instrucciones el pasado jueves 5 de marzo, tres días antes de decretarse el estado de alarma, del cierre preventivo del primer centro de mayores del país. Fue el edificio municipal de Valdemoro, localidad a 25 kilómetros al sur de la capital con 75.000 habitantes. Seis días después de que se confirmaran los dos primeros contagios por COVID-19 en Torrejón de Ardoz, las autoridades sanitarias pusieron el foco en estas dos poblaciones por tratarse de «brotes descontrolados» sin rastro epidemiológico.

Un día después, el viernes 6 de marzo, se conoció el fallecimiento de un hombre de 76 años, usuario del citado centro de Valdemoro, y el positivo de otros 15 ancianos y trabajadores. Los peores augurios, ahora confirmados, eran entonces una realidad: el coronavirus se iba a cebar con este grupo especialmente vulnerable. Este viernes, 21 días después de la instrucción sanitaria, la Comunidad de Madrid contabilizaba unos 1.100 mayores fallecidos en residencias, geriátricos y hospitales en lo que va de mes por todo tipo de causas, también coronavirus.

Este varón de 76 años, guardia civil jubilado, solía acudir al centro de mayores a jugar la partida con sus compañeros de mesa. Falleció la tarde del jueves 5 en el Hospital Infanta Elena de Valdemoro. Una localidad conocida por su histórica vinculación con la Guardia Civil: allí se encuentra el colegio de jóvenes del Cuerpo.

Ana (nombre supuesto para preservar su identidad) trabaja como enfermera en el Infanta Elena (144 camas). Se trata de uno de los 11 hospitales públicos construidos bajo la presidencia autonómica de Esperanza Aguirre (2003-2012) que están gestionados por una empresa privada, en este caso Quirón Salud. La ATS tiene un recuerdo bastante nítido de aquel ‘paciente cero’ de los geriátricos, ya que trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Este sección cuenta con nueve camas y días antes de aquel 5 de marzo el personal ya se puso en el peor escenario.

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