En contra de lo que se pensaba en otros tiempos, las nuevas corrientes sanitarias nos invitan a no abusar de la higiene para mantener la inmunidad e integridad de la piel, el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Además, aunque no se habla demasiado sobre el asunto, las enfermedades cutáneas pueden tener efectos indeseables en nuestra salud mental. Por eso, la piel debe permanecer ‘a salvo’ de agresiones.
La doctora Jenny Dávalos, miembro del Grupo de Dermatología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) confirma la teoría de que no debemos ducharnos más allá de una o dos veces al día, con puntualizaciones que expondremos a continuación, y pone el foco más bien en la temperatura del agua y en la duración, elementos realmente importantes.
Ducharse: un gesto necesario, en su justa medida
Ducharse es vital para la salud no sólo de la piel, sino también del cuero cabelludo, el sistema vascular, el cardíaco y el nervioso, entre otros. Para la dermatóloga Dávalos, quizá la fórmula ideal sea la de la ducha con agua templada por la noche, con el objeto de relajarnos (si hemos estado en el gimnasio nos vendrá de maravilla puesto que es antiinflamatoria muscular).
En este caso, la doctora incluiría el lavado del cuero cabelludo para mantener las características del folículo piloso intactas.