La dismorfia corporal es un trastorno en el que una persona tiene una preocupación excesiva por un defecto o rasgo en su apariencia, que es percibido como imaginario o intrascendente por los demás. También conocido como trastorno dismórfico corporal (TDC), puede llegar a su pico más alto en torno a eventos de exposición social como el verano y dietas demasiado restrictivas típicas de la ‘operación bikini’.

Maïté Issa, coach de desarrollo personal y autora del libro “Tu éxito es inevitable” (Editorial Grijalbo), explica a 20minutos que todos tenemos cierta preocupación por nuestra apariencia física, y de hecho velar por la forma en que nos vemos es una actitud saludable. Pero advierte que, «en las personas con dismorfia corporal, esto se convierte en una obsesión que perjudica su calidad de vida».

La obsesión por verse frente al espejo

Una persona que padece dismorfia corporal pasa mucho tiempo contrastando su apariencia en el espejo y encuentra cualquier diferencia, que puede ser real o solo fruto de su imaginación.

Las consecuencias más comunes son rechazo de la propia imagen, aislamiento para evitar contacto con otros y problemas derivados de la baja autoestima.

En cuanto a lo biológico, Maïté Issa señala que estudios de la Clínica Mayo han relacionado una relación entre personas con dismorfia corporal y niveles anormales de la sustancia química cerebral llamada serotonina.

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