No creo haber estado en ninguna cena, con hombres o mujeres, en las que en algún momento de la tertulia no saliera el tema de la frecuencia sexual como medidor de la felicidad. Todos aspiramos a tener la vida sexual de nuestros sueños, ya sea mucha o poca. «No sé quién tiene un lustre magnífico, cómo se nota que se ha enrollado con un jovencito», es casi la explicación de más de un pie de foto de revista del corazón. Todos consideramos que nuestra vida es mucho mejor con la frecuencia sexual que queremos. Pero, ¿tenemos esa salud sexual?

Tener la frecuencia sexual que quieres es una bomba de buenas sensaciones. Claudia Kösler, psicosexóloga lo define como «la satisfacción de cumplir nuestros deseos». Supondría algo así como una esa inyección de autoestima que ni todo el botox del mundo.»Satisfacemos nuestros deseos sexuales, nuestra erótica. Poder expresarnos sexualmente de la manera que creemos conveniente.» Imaginen por un momento que pudieran cumplir todas sus expectativas sexuales. La bomba. Que esa frecuencia erótica se comparta con otras personas nos obliga a consensuar, matiz importante: «Hay que mantener un equilibrio desde la armonía y el respeto. Se tiene que llegar a acuerdos desde el bienestar de ambas partes y no desde la manipulación». Igual que cumplir nuestras expectativas nos insufla una inyección de cosas buenas, no alcanzar nuestros propios mínimos nos crea una sensación de malestar, enfados, cambios de humor y desasosiego general que también nos afecta directamente y que no queda otra que trabajar. «Debemos entender que no siempre tendremos lo que queremos», señala Kösler. «Gestionemos y entendamos la etapa vital en la que estamos, sin caer en el enfado o en ningún punto que pudiera ser destructivo para uno mismo y quienes nos rodean. Tenemos que darnos cuenta de que no siempre tendremos las relaciones sexuales que queremos ni con la misma frecuencia. Hay que tener una mente más abierta y ser capaces de vivir en una variabilidad que conllevará una adaptación. No creer que nuestra vida es algo fijo e inamovible.»

Fisiológicamente,

 » Más información en elpais.es