Hoy, cena; mañana, cañas, y el sábado, de boda. Hacerse con un suplemento alimenticio que prometa interceptar un buen porcentaje de las grasas y azúcares que vas a ingerir es de lo más tentador, y parece una buena idea a la luz de las promesas de los llamados bloqueadores de la absorción. Su nombre es suficientemente gráfico como para intuir lo que se supone que hacen: que parte de los nutrientes ingeridos en una comida no sean absorbidos por el organismo, principalmente grasas e hidratos de carbono, lo que conlleva una reducción en la asimilación de calorías y, por tanto, una pérdida de peso. ¿Puede haber algo mejor para comer lo que uno quiera y no engordar? Desde luego que sí. La muerte de una joven en Badajoz, supuestamente por pasarse con la dosis de un «quema grasas» basado en el ácido lipoico (otro tipo de suplemento usado para eliminar grasa), recuerda que estos productos no son inocuos.

Lo mismo que existe un vacío de estudios en torno al ácido lipoico, y a falta de que se investigue la relación entre el compuesto y el deceso de la mujer de 28 años, en el caso de los bloqueadores de la absorción no hay suficiente evidencia científica que respalde los beneficios que se han puesto sobre la mesa. «En la mayoría de los casos se desconoce el potencial tóxico del consumo de estos complementos, sobre todo a largo plazo. En el mejor de los casos, podemos asegurar reportes de síntomas leves de intolerancias gastrointestinales, gases o heces con grasas», advierte el dietista-nutricionista Roland Garroz Borelly.

La información que proporciona el miembro del Grupo de Especialización de Nutrición Clínica y Dietética de la Academia Española de Nutrición y Dietética invita a la cautela a quien esté pensando probar alguno de los variados productos. Pese a que han sido relacionados con la pérdida de peso (una reto que no admite atajos a largo plazo) y a la mejoría de algunos indicadores metabólicos, «no contamos con suficiente evidencia que respalde tales afirmaciones.

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