Tratar de establecer cánones ideales para el sexo, que puedan aspirar a considerarse más o menos universales, es muy difícil. Se trata de algo profundamente personal e íntimo, por lo que las preferencias de cada persona (que son, al fin y al cabo, lo que importa) pueden variar enormemente; esto sucede, por ejemplo, al tratar de definir cuánto debería durar.
Así, no es posible dar una respuesta definitiva a esa pregunta. Como decíamos, el tiempo que debe dedicarse idealmente al sexo depende en última instancia de las preferencias de cada cual. Y, aunque algunas investigaciones científicas han intentado hallar algún tipo de evidencia, se han topado con problemas como que ni siquiera la definición precisa de sexo está clara.
Puede parecer una broma, pero genuinamente es difícil precisar qué comprende este término. ¿Hace referencia sólo a la penetración? ¿O también incluye otras formas de contacto físico como el sexo oral o la masturbación mutua? ¿Y qué sucede con la masturbación en solitario? La realidad es que distintas personas van a responder de manera diferente a estas preguntas, y como es lógico esto va a tener una influencia decisiva en lo que creen que debería durar el sexo.
En este sentido encontramos muchas de las limitaciones de la literatura científica existente sobre la duración del sexo (que han tendido a estudiar exclusivamente la penetración,