Una vez tomada la decisión de tener un bebé, muchas parejas encuentran con que lograr el embarazo es más complicado de lo que habían pensado en un comienzo. Y es que, en algunos casos, requiere de una cierta planificación y algo de esfuerzo consciente.

Aunque técnicamente es posible que una mujer fértil, en principio, se quede embarazada en cualquier momento de su ciclo excepto algunos días durante el propio periodo (y aún así, puede ocurrir tras haber tenido relaciones sin preservativo en esos días, ya que los espermatozoides son capaces de mantenerse con vida en el tracto genital femenino durante unos cuantos días), la realidad es que las posibilidades aumentan considerablemente durante una serie de días, que llamamos días fértiles.

Esto se debe a la naturaleza del ciclo menstrual, que dura normalmente entre 28 y 30 días. Se divide en cuatro etapas: la fase folicular, la fase de ovulación, la fase lútea y la menstruación.

De manera muy resumida, la primera de ellas, que dura unos 13 días, es en la que el cuerpo se ‘prepara’ para un posible embarazo a través del crecimiento del endometrio. La fase de ovulación es en la que el ovocito es liberado del ovario y conducido hacia el útero, y dura dos o tres días; durante la fase lútea,

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