Es una enfermedad poco común, pero con efectos devastadores para las personas que la contraen, muy especialmente los bebés. Se trata de la meningitis B, una patología que causa unas 300 infecciones al año en España, de las cuales aproximadamente un 10% resultan mortales y otro 20% derivan en graves secuelas físicas, que incluyen la amputación de piernas o brazos, la ceguera o la sordera.

Existe una vacuna desde 2016 , pero su aplicación genera un profundo debate en España, especialmente entre los padres. ¿Debe incluirse dentro del calendario del sistema público de vacunas o su precio tiene que correr a cargo de los particulares que decidan inmunizar a sus hijos? Se trata, en reducidas cuentas, de gastar o no recursos en una enfermedad de gravísimas consecuencias, pero de reducido impacto entre la población.

Por un lado están los afectados. A la hija de dos años de Santiago García le tocó estar en 2006 entre ese 10% de enfermos que fallece. Cuando le detectaron la meningitis B, los médicos de urgencias ya no pudieron hacer nada. Y es que los síntomas son muy parecidos a los de otras enfermedades benignas y pueden ser objeto de un diagnóstico erróneo, mientras la enfermedad se expande en cuestión de horas.

Entonces no existía la vacuna que hubiera podido salvar a su hija. «Pero ahora sí», destaca García, a día de hoy presidente de la Asociación Española contra la Meningitis (AEM).

«La vacuna no se aplica porque no se mueren suficientes personas, pero para los que hemos sufrido la perdida de un hijo esto es algo inexplicable»
Santiago GARCÍA, presidente de la Asociación española contra la meningitis

Esta semana, Canarias y Castilla y León decidieron incorporar la vacuna de la meningitis B a su calendario sanitario, con el coste para las arcas públicas consiguiente. Son, por el momento, las únicas comunidades autónomas que lo han hecho.

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