La hemoglobina es una proteína contenida en los glóbulos rojos (las células que dan a nuestra sangre su característico color escarlata) y es fundamental para que nuestra sangre pueda llevar oxígeno a los distintos tejidos de nuestro organismo.
Los niveles alterados de este componente de nuestra sangre pueden deberse a una gran variedad de causas distintas, con diferentes grados de gravedad. Pero, en cualquier caso, se trata de algo que conviene vigilar, ya que implican que nuestro cuerpo puede no estar recibiendo los nutrientes y el oxígeno que necesita. Esta preocupación, como es natural, se ve incrementada cuando hablamos de los niños.
Depende principalmente de la edad del niño. De acuerdo con la OMS, entre los seis meses y los cuatro años lo normal es tener entre 11g/dL o superior; entre 5 y 11 años, 11,5g/dL o superior; y entre 12 y 14 años de edad, 12g/dL o superior.
A partir de ese punto, los valores se equiparan a los de los adultos: un varón debería estar entre los 13,8 y los 17,2g/dL y una mujer entre los 12,1 y los 15,1g/dL.
En general, cualquier valor por debajo de los mencionados constituye algún grado de anemia, por lo que es importante consultar al médico (que, en la mayoría de casos leves, prescribirá un tratamiento con suplementos de hierro o ciertas alteraciones en la dieta).