El aborto espontáneo es como nos referimos a la pérdida del embrión antes de la semana 20 del embarazo por causas naturales (por lo que también lo conocemos como ‘aborto natural’).

Aunque puede ser un fenómeno triste para la mujer a la que le sucede, hay que tener en cuenta que se trata de algo relativamente común y que, por sí solo, no implica ninguna imposibilidad fisiológica para ser madre.

Concretamente, se estima que entre un 10 y un 20% de los embarazos confirmados terminan de esta manera, y esta cifra podría ser aún mayor ya que es frecuente que ocurra en las primeras semanas y la madre ni siquiera llegue a enterarse.

En la mayoría de casos, vienen provocados por anomalías cromosómicas (un número mayor o menor) del embrión, aunque a veces pueden deberse a problemas genéticos de los progenitores.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que existe una serie de factores que aumentan el riesgo de tener un aborto espontáneo.

En particular, las edades menores de 15 años y mayores de 35 lo sufren con mayor frecuencia; también, las mujeres que padecen enfermedades sistémicas, han padecido varios abortos espontáneos en el pasado, sufren alguna adicción a las drogas o al alcohol, se ven sometidas a un fuerte estrés,

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