El fenómeno del slow running o correr despacio ha ganado un creciente número de adeptos en España y en todo el mundo en los últimos años. Esta práctica se fundamenta en la idea de que cualquier persona, independientemente de su nivel de condición física o experiencia, puede y debe correr a su propio ritmo, sin presionarse por alcanzar velocidades o marcas determinadas.
A pesar de que muchos corredores, tanto aficionados como profesionales, centran sus esfuerzos en mejorar sus tiempos en carreras populares como los 5 km o incluso en desafíos de larga distancia como los maratones, el slow running propone una perspectiva diferente, enfocada en disfrutar del proceso y obtener beneficios para la salud de manera sostenible.
Estudios científicos llevados a cabo por universidades y centros de investigación especializados respaldan los múltiples beneficios que aporta la práctica del slow running. Estos trabajos sostienen que correr a un ritmo lento y constante puede resultar incluso más ventajoso en varios aspectos que los entrenamientos de alta intensidad.
Sorprendentemente, incluso los atletas de élite de talla mundial, como el keniata Eliud Kipchoge, poseedor del récord mundial de maratón, o su compatriota Kelvin Kiptum, reciente ganador del Maratón de Valencia, dedican alrededor del 80% de su tiempo de entrenamiento a correr en la denominada zona 2,