Los bastoncillos para los oídos son un invento cotidiano en España, y para muchos el principal utensilio para la higiene de nuestro canal auditivo. Sin embargo, son mucho menos recomendables de lo que podríamos pensar en un primer momento.

Limpiarse los oídos con estos bastoncillos, a menudo, más que eliminar el cerumen lo que consigue es empujarlo hacia el fondo del canal. Además, contienen un palito de plástico que tarda siglos en degradarse, por lo que también son dañinos para el medio ambiente. Por ello, estos son algunos trucos para garantizar una buena higiene sin recurrir a ellos.

1. No los limpies

No es broma. La naturaleza es tan sabia que nos ha dotado de unos canales auditivos que, en condiciones normales, se limpian por sí solos; los movimientos de la mandíbula empujan el cerumen hacia fuera del conducto. Una vez que se encuentra en la entrada del mismo, un pañuelo de papel es más que suficiente para retirarlo.

2. Usa líquidos específicos

Si el mecanismo natural de higiene auditiva no te convence, la mejor opción es emplear líquidos específicos para ellos. En este caso, se aplican con la cabeza inclinada hacia el lado contrario y, tras un par de minutos, se puede volver a inclinar y dejar caer el líquido con el cerumen sobre un pañuelo.

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