En 1966, Yoshiaki Sato, un joven japonés interesado por el culturismo, asistía a una ceremonia budista. Mientras estaba atendiendo en postura de oración, sentado sobre sus talones, sintió el típico entumecimiento de las piernas acompañado de hormigueo. En ese momento, Sato tuvo su momento eureka y asoció esa sensación y la tirantez muscular a los entrenamientos de alta intensidad. Así nació la hipótesis de que la restricción de flujo sanguíneo podía favorecer el crecimiento de los músculos.
Más tarde, Sato sufrió una lesión esquiando y se autoaplicó la técnica en sus propias piernas, lo que le ayudó a prevenir la atrofia derivada de la inmovilización. Y a finales de los años 90 patentó un programa formativo de instructores llamado Kaatsu, término que hasta hace muy poco también se ha utilizado para referirse al entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo.
Habitual entre deportistas olímpicos y futbolistas
Conocido así mismo como BFR (por las siglas en inglés de Blood Flow Restriction), este método consiste precisamente en eso: en aplicar presión en el brazo o la pierna mediante un sistema de torniquete. Dicha presión produce una compresión de los vasos sanguíneos que limita principalmente el retorno venoso y de modo parcial el flujo arterial, lo que provoca una disminución de aporte de oxígeno (hipoxia) en el músculo.
En la actualidad,