Una frase muy recurrente es aquella de que ‘el ser humano es un animal social’, y es cierto, pues la realidad es que los seres humanos lo tenemos mucho más difícil para sobrevivir si estamos completamente solos y aislados. Sin embargo, el sentimiento de soledad va más allá de una soledad física y tiene un componente muy emocional y, sobre todo, subjetivo. Y es que sentirnos solos, independientemente de que convivamos o no con más personas, puede llegar a crear un gran malestar psicológico que puede traducirse, a la larga, en un deterioro de la salud física también.

Ser conscientes de esa sensación de soledad y, sobre todo, encontrar su origen, puede ayudarnos a combatirla.

Para que nos sintamos solos no es necesario que haya un aislamiento social objetivo, es decir, que vivamos solos, no tengamos pareja, no tengamos muchos amigos, nuestra familia no venga a vernos, etc. De hecho, hay personas que llevan una vida solitaria y no se sienten mal por ello y otras, en cambio, que aun estando rodeadas de gente se sienten incomprendidas, sienten que no conectan con la gente que tienen alrededor… De hecho, el sentimiento de soledad tiene más que ver con el nivel de satisfacción subjetiva en las relaciones que por la frecuencia de contacto. Estar solo no tiene por qué ser un problema,

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