El confinamiento está cambiando algunos de nuestros hábitos de consumo, y más allá de la fiebre por el papel, higiénico de los primeros días, ha habido otros cambios menos llamativos, como el aumento del consumo de bebidas alcohólicas, chocolate, harina y levadura.

Estos últimos productos denotan que la cuarentena está llevando a muchos a meterse más en la cocina, principalmente para elaborar repostería casera o pan, pero también otro tipo de platos que, por la falta de tiempo, no hacíamos de forma habitual. Y es que la cocina, más allá de una forma de nutrirnos y dar placer al paladar, puede llegar a ser una terapia excelente, y más en estos momentos de ansiedad e incertidumbre.

Guadalupe Gómez, psicóloga experta en neurociencia, inteligencia emocional y psicología positiva, nos da las claves del éxito de la cocina en tiempos de confinamientos y algunos consejos para convertir la gastronomía en uno de nuestros aliados contra el estrés.

La respuesta puede parecer muy obvia, y en realidad lo es. Efectivamente, es debido a que tenemos más tiempo y ahora podemos dedicarlo a una actividad a la que, habitualmente no lo dedicamos, o al menos con tanta intensidad. Además, al estar, en muchos casos, toda la familia en casa, incluidos los niños, no queda otra que hacerlo.

Sin embargo, según apunta Guadalupe, también esconde otros motivos más profundos, “cocinar es una actividad de la que enseguida vemos el resultado y sobre la que tenemos el control, que es una de las cosas que ahora necesitamos, ya que ahora no tenemos el control en nuestra vida”, asegura. Además, es muy habitual hacerlo con niños, como una actividad más del día a día, para llenar su tiempo con algo que, además, les divierte, “es muy bueno implicar a los niños en actividades como esta, tanto para darles responsabilidades como para hacerles partícipes de las tareas de la casa, y es una tarea que puede llevarse a cabo casi a cualquier edad”.

Cocinar puede ser un excelente remedio antiestrés por varias razones. La primera, tal y como apuntaba Guadalupe, es la sensación de tener el control sobre lo que hacemos y “esa sensación de control ayuda mucho a controlar el estrés. En este caso concreto, el estrés que nos provoca la incertidumbre de la situación se reduce”. Además, es una actividad manual, y las actividades manuales contribuyen a reducir la agitación mental,

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