Una mujer pone una mascarilla a un bebé en Pekín, este domingo. En vídeo, más de 300 muertos en China, mientras disminuye el índice de gravedad. Foto: AFP | Vídeo: ATLAS
Zhao Yuanyuan, estudiante de 21 años, ha estado tan aburrida en su casa en el centro de Pekín que hasta ha abierto el piano que se juró que nunca más volvería a tocar cuando se marchó a la universidad. Agotadas el resto de actividades posibles —hasta ha pasado la aspiradora, comenta socarrona su madre, Mingming—, lleva ya un rato practicando arpegios en esta larga tarde de la semicuarentena que cumple resignadamente, como el resto de la población china, para evitar la propagación del coronavirus de Wuhan. Yuanyuan aún tendrá que esperar para regresar a su campus, cerrado hasta nuevo aviso; Mingming retomará el trabajo mañana, lunes, pero desde casa. “Jamás pensé que echaría de menos la oficina”, suspira esta analista de mercados de 48 años, después de diez días de semiencierro voluntario que aún va a alargarse al menos una semana más.
Este lunes acaban las largas vacaciones del Año Nuevo lunar, prorrogadas por orden del Gobierno cuatro días más como parte de las medidas para evitar una oleada de desplazamientos masivos que pudiera multiplicar los contagios del coronavirus 2019-nCoV. El patógeno ya ha matado a 361 personas (todas, menos una, en China) y ha infectado en este país a más de 14.400.
Vuelven a sus puestos millones de trabajadores, pero para evitar aglomeraciones en una operación retorno de centenares de millones de empleados, las reincorporaciones se producirán de modo gradual. Esta semana lo harán solo aquellos que sus compañías consideren imprescindibles, o los empleados en farmacias y tiendas de alimentación. El resto no lo hará hasta el día 9 o, en el caso de la provincia de Hubei (foco de la infección), hasta el 17. Los centros de enseñanza de todo el país no tienen una fecha de vuelta a clase.
Sí se reincorporarán, y a toda máquina, los trabajadores de las fábricas de mascarillas y de otros materiales sanitarios protectores.