La noticia divulgada por todos los medios sobre el suicidio asistido por Ángel Hernández a su mujer, María José, ha removido las conciencias de millones de personas y conmovido a todo el país. Además ha puesto en el centro del debate sobre la eutanasia a la sociedad y a los partidos políticos que se han de definir a las puertas de las elecciones del 28 de abril. Pero la noticia de ayer sobre el giro inesperado del juzgado con la decisión de la jueza Raquel Robles de pasar el asunto a los juzgados de violencia de género es una afrenta tremenda a Ángel, intentando convertir el mayor acto de amor en algo odioso. Y más aún, justificando este cambio con conceptos como agresión, machismo y violencia. Es infame e indignante que Ángel tenga que pasar por este trance. Debe levantarse una ola de solidaridad e indignación por el rumbo que ha tomado este caso.

Alexis Mesón Doña

Barcelona

Puedes seguir EL PAÍS Opinión en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.

 » Más información en elpais.es