A la hora de dar a luz, es normal que las madres se pregunten sobre las diferentes formas de hacerlo y cuál es la más óptima para su caso concreto. Específicamente, suelen generar dudas las diferencias entre el parto vaginal y la cesárea.

Eso sí, lo primero que hay que aclarar es que es una decisión que no compete a la madre, sino que normalmente será responsabilidad del médico especialista que realiza el seguimiento del embarazo. Los criterios a tener en cuenta serán las características de la madre, del bebé y las circunstancias que rodeen el embarazo y el trabajo de parto.

Parto vaginal

El parto vaginal, como su nombre indica, es aquel en el que el bebé sale del vientre materno a través del orificio vaginal, al margen de si se utiliza anestesia epidural o no.

En principio, se trata de un proceso doloroso, ya que es necesaria una gran dilatación de la vagina y se producen las características contracciones uterinas. Sin embargo, permite que la madre esté consciente en todo momento y vea al bebé nada más nacer.

Tiene una serie de ventajas respecto a la cesárea: la principal de ellas es que no conlleva una intervención quirúrgica, por lo que los riesgos son menores. Por ello, suele ser la opción ‘por defecto’,

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