En los últimos días, han sido muchos los medios en España y en otros países que han anunciado que la farmacéutica AstraZeneca, famosa por haber desarrollado y comercializado una de las primeras vacunas contra la covid-19, ha «admitido» que su suero puede provocar efectos secundarios como la trombosis y que Bruselas ha suspendido su distribución.

Sin embargo, en realidad la trombosis se declaró como efecto adverso muy raro de esta vacuna tan atrás como en 2021, y el cese de la distribución en Europa se produce por decisión de la propia compañía, que ha renunciado a su autorización de comercialización en el viejo continente.

¿Qué ha pasado en realidad?

Desde hace unos meses, el gigante farmacéutico se enfrenta en el Reino Unido a una demanda colectiva presentada por 51 pacientes y familiares que solicitan indemnizaciones de un valor total de 100 millones de libras por supuestos efectos secundarios graves derivados de la vacunación con el suero de AstraZeneca.

Lo que ha sucedido es que, en este marco, el medio británico The Telegraph publicó a finales del mes pasado que la compañía «admitió» en documentos judiciales que su vacuna podía provocar, como efecto secundario ‘muy raro’ (en menos de uno de cada 10.000 pacientes), ciertos trastornos asociados a la formación de trombos o coágulos sanguíneos (como la trombosis).

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