Si no se fuma o no se conoce de cerca el problema de la adicción a la nicotina a través de un amigo o familiar, ‘Champix’ puede no sonar a nada. De lo contrario, este singular nombre seguro que se ha colado en más de una conversación cotidiana. Así se llama el fármaco con el que han intentado dejar de fumar miles de españoles desde que saliese a la venta en el año 2007. Su alta tasa de éxito, cercana al 40%, ha hecho que desde la propia sanidad pública se haya recomendado a pacientes fumadores para que dejen atrás su adicción de forma definitiva. La diferencia ahora, según ha anunciado la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, es que el Estado financiará este tratamiento para que el fumador no tenga que pagar los alrededor de 200 euros que cuesta en la actualidad. Queda por decidir en qué porcentaje será subvencionado y cuánto costará en farmacia, una vez recetado. Por el momento, Sanidad sólo ha confirmado que la medida entrará en vigor a partir del próximo 1 de enero.
Este puede ser uno de los pasos más rompedores en la lucha contra el tabaquismo de los últimos años en nuestro país. Superados ya los efectos de la revolucionaria Ley Antitabaco que puso en marcha José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2006, y visto el efecto limitado de las campañas de concienciación, Sanidad da un paso al frente para atajar el tabaquismo desde su faceta más primaria: la adicción pura y dura.
¿A cuántas personas puede beneficiar el fármaco?
El foco, así, se pone en aquellas personas que quieren dejarlo pero no pueden o recaen sistemáticamente. Se estima que el porcentaje de fumadores que está en esta tesitura no es exiguo. Actualmente, según la última encuesta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), 10,8 millones de personas consume cigarrillos en España.