Desde siempre, se han asociado los cambios propios del transcurrir de las estaciones (la llegada del frío o del calor, la luz solar…) con variaciones en la forma de comportarse de las personas, tales como el sueño o la alimentación. Un buen ejemplo es lo que se conoce como trastorno depresivo estacional, en el que una persona experimenta determinados síntomas psiquiátricos sólo en una época del año, típicamente las más frías y oscuras.
De hecho, la ciencia ha demostrado que la terapia a base de luz es efectiva en muchos pacientes con esta condición, así como otras como el trastorno depresivo mayor, la depresión post-parto y el trastorno bipolar. Sin embargo, los mecanismos concretos por los que los cambios en la duración de los días y en la exposición a la luz solar afectan y alteran el cerebro humano a los niveles celular y de circuitería ha continuado siendo mayormente un misterio.
Alteraciones en el núcleo supraquiasmático
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela Médica de San Diego de la Universidad de California y publicado en el medio especializado Science Advances ha empleado un modelo murino (ratones) para arrojar luz sobre un proceso por el cual las neuronas afectadas cambian la expresión de neurotransmisores en respuesta al estimulo de la duración del día,