Recientemente, un grupo de cirujanos estadounidenses asociados a la Universidad de Maryland logró trasplantar el corazón de un cerdo a un hombre sin que se produjera un rechazo hiperagudo (inmediato). Se trata de todo un logro, que incide en el avance de una línea de investigación con décadas de antigüedad: el xenotrasplante, o trasplante de órganos animales a personas.
Alternativas a lo humano
Los trasplantes de órganos, una idea que se había viniendo explorando desde la antigüedad, despegaron realmente a finales de la década de los años 60 y principios de los 70, cuando la ciencia médica estuvo lo bastante avanzada como para hacer viable este complejo procedimiento. De pronto, un nuevo tipo de cirugía era capaz de dar una solución a muchos pacientes que, anteriormente, no la tenían.
Sin embargo, pronto surgió un problema: para realizar un trasplante de órganos hacer falta un donante, y estos suelen escasear bastante más que las personas que necesitan el trasplante. Por ello, en las décadas de los años 80 y los años 90, los médicos comenzaron a buscar alternativas a los órganos humanos que pudieran eliminar, o al menos retrasar, la dependencia de un donante humano.
De manera paralela, se desarrollaron dos líneas principales de trabajo: el xenotrasplante y el uso de máquinas (por ejemplo,