Se trata de una acción infravalorada, muchas veces ninguneada, que sin embargo puede ser clave en dos cuestiones fundamentales: mejorar la flexibilidad y garantizar el buen estado de las articulaciones. Hablamos del estiramiento, algo tan básico y fundamental como que estemos al cien por cien para realizar cualquier actividad de nuestra vida diaria. Sin embargo, corremos el riesgo de no pararnos a valorar su importancia antes de llegar a la tercera edad.
El estiramiento debería por tanto considerarse como una rutina diaria más allá de que a posteriori realicemos cualquier tipo de actividad física de mayor o menor intensidad. Hay estiramientos de cinco minutos que asegurarán un buen estado articular y muscular general, si bien lo primero que hay que tener en cuenta es nuestra condición física: si hay lesiones previas o alguna enfermedad crónica para la que estirar pueda ser incluso contraproducente.
En segundo lugar, es importante tener en cuenta nuestras capacidades y que no podemos aspirar a tener repentinamente la flexibilidad de una gimnasta. En este sentido, voces expertas aconsejan observar detenidamente si la flexibilidad es la misma en ambos lados de nuestro cuerpo.
En tercer lugar, el estiramiento tiene que concentrarse en los grupos musculares que más utilizamos (extremidades inferiores y superiores, región lumbar, cuello). La acción sobre ellos tiene que basarse en movimientos suaves,