A finales de los noventa, la comercialización de la viagra fue un bombazo informativo mundial: supuso millones de dólares de beneficios para la farmacéutica responsable (Pfizer) y acaparó las conversaciones durante meses y años siguientes. La emplearon hombres con diagnóstico de disfunción eréctil pero también muchos otros por curiosidad, llevándose sorpresas por algún que otro efecto indeseado. Su mecanismo de acción todavía sigue motivando dudas.

Viagra es el nombre comercial del principio activo sildenafilo, investigado originalmente para la tratar la hipertensión arterial y la angina de pecho por un equipo de científicos británicos. Cuál fue su sorpresa al detectar que inducía erecciones de forma notable, por lo que fue patentado para la disfunción eréctil en 1996, aprobándose en 1998 su uso por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), país que inició su comercialización.

La fama del fármaco se extendió tan rápidamente como su presencia en el mercado online, donde se adquiría ilegalmente sin receta. Precisamente para frenar este mercado negro, Reino Unido permite desde 2018 la venta sin receta, convirtiéndose en el primer país del mundo que lo permite.

El mito de las horas de duración

Desde su llegada al mercado farmacéutico, a la viagra siempre la han acompañado mitos y fábulas sobre la duración de su efecto en el hombre.

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