Estamos frente a una habitación modesta de una vivienda familiar. Sobre un sillón de orejas con un paño de ganchillo descansa un hombre con aspecto cansado que intenta ver un telediario. Más activa, su mujer, en batín y delantal, se dispone a preparar la mesa para la cena. De pie, el hijo, un chico esquizofrénico, todo un hombretón ya, no para de repetir la última frase que pronuncian los presentadores en la televisión. Se cree vidente y es tan machacona su insistencia por pronunciar las mismas palabras que escucha que los nervios estallan entre los miembros de la familia. La enfermedad mental de la esquizofrenia salta a un escenario en El silencio de Elvis, obra escrita y dirigida por Sandra Ferrús y que protagonizan Pepe Viyuela, Susana Hernández y Elías González, entre otros. Estrenada en el Teatro Infanta Isabel, de Madrid, la función se representará hasta el próximo 10 de marzo.
El subconsciente está ahí y sale a flote cuando quiere. Sandra Ferrús cuenta que a la de edad de 13 años coincidió en el ascensor con un hombre que claramente sufría una enfermedad mental. Pasó miedo, mucho miedo, pero ahí quedó la cosa y se olvidó. Ahora surge la necesidad de plantar cara a esos miedos y rechazos que provocan el drama de tantas familias que se encuentran excluidas socialmente. No alberga el texto de El sueño de Elvis pretensiones de denuncia, sino de exponer situaciones reales y, a veces, trágicas y dolorosas, de entrar a saco en todo aquello que provoca en el seno de una familia la enfermedad mental, incomprensión, hartazgo, desesperación, y la respuesta social que encuentra. “Yo no soy psicóloga ni psicoanalista, lo único que pretendo es mostrar la estigmatización y el miedo que existe ante los enfermos mentales. Pocas personas se atreven a confesar que ellos mismos o alguno de sus familiares sufren de esquizofrenia. Enfermedades como la depresión están muy mal vistas en la sociedad. Mi intención es buscar soluciones entre todos”, asegura Sandra Ferrús, una alicantina de 39 años afincada en San Sebastián.