La inactividad física es uno de los principales factores de riesgo a nivel mundial en lo que respecta a la mortalidad. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que es la causa principal «de aproximadamente un 21%-25% de los cánceres de mama y de colon, el 27% de los casos de diabetes y del 30% de la carga de cardiopatía isquémica».

Por esta razón, la actividad física es una de las medidas más importantes para mantener un estado saludable. De hecho, un nivel adecuado puede reducir el riesgo de padecer hipertensión, diabetes, accidentes cerebrovaculares o depresión, además de mejorar la salud ósea y contribuir al control del peso.

Sin embargo, aunque es recomendable mantenerse activo de forma frecuente, las necesidades físicas varían dependiendo de la edad. La OMS ha elaborado un documento con las recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud por grupos de edad con indicaciones específicas.

Para jóvenes de 5 a 17 años, la organización aconseja que la actividad física consista en «juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados en el contexto de la familia, la escuela o las actividades comunitarias».

En este sentido, con el objetivo de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares, la salud ósea y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles,

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