El Gobierno que preside Pedro Sánchez decidió el pasado martes una cuarentena de 14 días a los visitantes que viajen a España. Francia le ha respondido con la misma moneda, por razones de «reciprocidad». Es la consecuencia lógica a una toma de decisiones claramente unilateral.
España, al igual que el resto de los países de Europa (y del mundo), va tomando decisiones sobre la marcha. Algunas son acertadas, otras no tanto. Algunas son internas, sólo nos afectan a nosotros, y otras son externas, afectan a otros países.
En este caso, ha decidido de manera unilateral una cuarentena sobre ciudadanos de otros países que nos quieran visitar. Rápidamente, sin apenas tiempo para reaccionar, Francia ha hecho exactamente lo mismo con España. Le ha dado a probar su propia medicina. Estamos frente a un desencuentro entre dos países vecinos.
El riesgo de una toma de decisiones unilateral
Como bien señala Michael Watkins en su libro Los primeros 90 días, la toma de decisiones de manera unilateral tiene sus riesgos, sobre todo si no tienes en cuenta la fuerza de tu adversario. Si partes con ventaja, puedes ganar. Si hay un equilibrio de fuerzas, puedes empatar. Y si partes en inferioridad, puedes perder. Es muy importante tener esto en consideración antes de tener un conflicto, de lo contrario, te puedes llegar a equivocar.
Francia es una potencia mundial del G7, además de nuestro vecino. Seguro que cuando el Gobierno español tomó la decisión sobre la cuarentena no estaba pensando precisamente en Francia. Sin embargo, ahora tiene que empezar a hacerlo. Pensar en qué hacer y cómo solucionar un conflicto originado por una decisión tomada erróneamente. El gran autor de comedias Terencio decía que «mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo».
El hecho de que Francia haya replicado con la misma moneda pone sobre la mesa un hecho incuestionable: no ha sentado bien.