Durante décadas, se ha pensado que el declive cognitivo y los desórdenes neurodegenerativos como las demencias eran hechos inevitables ligados únicamente al envejecimiento y a la genética. No obstante, y a pesar de que sin duda estos factores juegan un importante papel, en tiempos más recientes se ha ido descubriendo que existen muchas decisiones en nuestro estilo de vida que pueden marcar una gran diferencia en el envejecimiento de nuestras facultades neurológicas.

En esta línea, un nuevo estudio publicado en el medio especializado BMJ ha identificado seis conductas saludables que tienen un impacto significativo a la hora de ralentizar el declive de la memoria y otros parámetros de la cognición.

Una dieta saludable

El primero de estos factores tiene que ver con nuestra alimentación. Y es que es mucha la evidencia de la que disponemos a día de hoy que indica que las decisiones que tomamos con respecto a nuestra dieta son fundamentales para un envejecimiento saludable en muchos aspectos, incluido el neurológico.

Así, los participantes en este estudio de gran cohorte (29.000 participantes) que llevaban una dieta saludable (considerada como tal aquella que contenía las cantidades recomendadas de al menos siete de doce grupos de alimentos: frutas, vegetales, pescado, carne, lácteos, sal, aceite, huevos, cereales, legumbres, frutos secos y té) experimentaron un declive cognitivo más lento que la población en general,

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