Hace apenas unos días, una mujer presentaba una queja formal en el hospital Alfredo Espinosa de Urduliz (Bizkaia). No es un caso aislado; sin ir más lejos, un informe sobre la cuestión publicado en el año 2020 en la revista especializada International Journal of Environmental Research & Public Health sobre más de 17.500 mujeres españolas encontró que un 38,3% de las madres percibió haber sido víctima de este tipo de violencia y un 44,4% cree que fue sometida a procedimientos innecesarios durante el parto.
¿Qué es la violencia obstétrica? ¿De dónde procede el concepto?
Aunque pudiera parecer que esta cuestión se ha puesto sobre la mesa sólo recientemente, en realidad el término ‘violencia obstétrica’ es muy antiguo: una de sus primeras menciones la encontramos tan atrás como en 1827, en una conferencia de 1827 en Londres recogida en la revista médica The Lancet.
En ella, el obstetra James Blundell (un pionero famoso, entre otras cosas, por llevar a cabo la primera transfusión de sangre a un paciente para tratar una hemorragia) denuncia ciertas prácticas que por aquel entonces eran comunes en los paritorios británicos: «tremendas laceraciones, inversiones del útero» y las pruebas de técnicas experimentales con graves secuelas en mujeres sin siquiera informarlas debidamente.
De hecho,