Muchos de los españoles aprovechan los días libres concedidos en sus trabajos durante la Semana Santa para viajar a destinos exóticos, visitar nuevos países e incluso cruzar el charco. Emprender una emocionante aventura como cualquiera de estas, eso sí, también supone un desafío: enfrentarse al temido jet lag o desfase horario.

Este fenómeno ocurre cuando nuestro reloj interno no se sincroniza con el horario del lugar al que hemos aterrizado. El psicólogo y somnólogo experto en Medicina del Sueño y responsable de la Unidad del Sueño de Olympia Quirónsalud, Francisco Segarra, explica que este desajuste “causa síntomas como fatiga, dificultad para dormir de noche, somnolencia durante el día, problemas de concentración y trastornos digestivos”.

Este desfase horario perjudica a todos los viajeros, pero la dirección del viaje influye en la intensidad y gravedad: “El jet lag es notablemente peor cuando viajamos hacia el este porque estamos acortando nuestro día, lo que dificulta que nuestro reloj interno se adapte al nuevo horario”, señala.

Difícil adaptación

Nuestro cuerpo sigue el ritmo circadiano de sueño-vigilia, que aproximadamente dura 24,6 horas, un ciclo ligeramente más largo que el ciclo natural de 24 horas. Este ritmo se sincroniza con los cambios de luz y oscuridad y regula la digestión, la actividad cognitiva y el sueño.

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