Los dispositivos móviles se han convertido en un aliado total en nuestro día a día, para ver una película, buscar una ubicación o mandar un mensaje, entre otros. Tanto es así que nuestro cerebro ya ha aprendido a vivir con él de manera automática, tal y como confirman expertos.
La acción de encender la pantalla y deslizar el dedo durante unos segundos, minutos o incluso horas ya está incluida en nuestra rutina, causando incluso algunos efectos en nuestro sistema nervioso de los que parecemos no ser conscientes.
Eilish Duke, profesora de psicología de la Universidad Leeds Beckett en Reino Unido, explica que «lo primero que debemos entender es el impulso que te hace coger el teléfono y tocar la pantalla». Además, en una de sus declaraciones, recogidas por la cadena británica BBC, asegura que escrolear en el móvil «no es diferente a cerrar la puerta al salir de casa» en nuestro cerebro.
Cuando miramos que la pantalla está encendida, son los mismos mecanismos cerebrales los que comienzan a funcionar, pero este hábito tiene una explicación. Tanto el comportamiento natural del ser humano como los factores ambientales causan la necesidad de encender el móvil, según el profesor Arian Ling del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Salud Langone.