Como parte de la Agenda de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional se ha fijado la ambiciosa meta de erradicar el VIH, la tuberculosis y la malaria para el año 2030. A pesar de los extraordinarios avances logrados hasta ahora, para poner fin a estas pandemias y alcanzar el objetivo más amplio de asegurar la salud y el bienestar de todos será necesario elevar el apoyo a los países en sus esfuerzos por desarrollar sistemas sanitarios resilientes e inclusivos.

El Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, iniciativa de colaboración pública-privada, ha aportado de manera significativa a este esfuerzo, al elevar masivamente la escala de prevención y tratamiento. En los países en que invierte, en 2018 18,9 millones de personas recibieron terapia antirretroviral para el VIH, fueron tratados 5,3 pacientes de tuberculosis y se distribuyeron 131 millones de redes antimosquitos.

Estas medidas han demostrado ser enormemente eficaces en reducir las muertes causadas por estas pandemias. Las últimas cifras indican que se han salvado 32 millones de vidas desde su creación en 2002. A lo largo de la última década, la cantidad anual de fallecimientos por VIH, tuberculosis y malaria se ha reducido en cerca de la mitad.

Sin embargo, no estamos todavía en camino de eliminar el VIH, la tuberculosis y la malaria para el 2030. Para lograrlo, debemos no solo ampliar radicalmente el acceso a los tratamientos, sino reducir drásticamente las nuevas infecciones.

Para alcanzar el éxito se requerirá un claro liderazgo político y una inversión sostenida en capacidades de importancia crítica, como trabajadores sanitarios bien capacitados, cadenas de suministro rentables en función de sus costes, sistemas de datos de calidad y laboratorios bien equipados. Es urgente desmantelar las barreras al acceso a la salud (como cobros al usuario, impedimentos relacionados con los derechos humanos o desigualdades de género) para asegurar que los servicios lleguen a los más pobres y marginados. En este punto es esencial una participación comunitaria activa.

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