Los hongos del género Cordyceps tienen una curiosa manera de alimentarse. Sus esporas infectan a los insectos y acaban con su vida, emergiendo después de manera similar a una seta desde sus exoesqueletos vacíos para diseminar su simiente y comenzar de nuevo el ciclo. Algunos, incluso, modifican la conducta de su involuntario anfitrión, convirtiéndolo de facto en un ‘zombi’ y haciendo, por ejemplo, que trepe en contra de su instinto hasta las partes altas de una planta para matarlo y florecer allí.

Potencial anticancerígeno

Pero los Cordyceps también tienen otras propiedades interesantes para la ciencia de la farmacología. Una especie, Tolypocladium inflatum, produce una sustancia llamada ciclosporina, que se usa en los trasplantes de órganos como inmunosupresor para evitar problemas de rechazo. Y muchas más producen cordicepina, que podría ser la base para desarrollar nuevos fármacos antivirales y anticancerígenos.

En un artículo publicado en el prestigioso medio científico Frontiers in Microbiology, un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Chungbuk (Corea del sur) apunta a las propiedades ya conocidas de la cordicepina como nucleósido citotóxico con actividad terapéutica en anti-proliferación y anti-metástasis en las células cancerígenas. Y señalan que la evidencia reciente ha mostrado potencial como parte de un tratamiento global de la covid-19.

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